sábado, 6 de abril de 2024

Editoriales Rebeldes

LA LIEBRE DE LA DESTRUCCIÓN NACIONAL AVENTAJA A LA TORTUGA DEL DESENCANTO CON LA GESTIÓN PRESIDENCIAL

Poniendo los puntos sobre las íes

respecto a la misión que vino a cumplir Milei

 

En su valioso ensayo titulado La Doctrina del Shock (https://www.youtube.com/watch?v=tr78G300hb8&t=9s), la periodista y activista canadiense Naomi Klein explica que dicha estrategia consiste en una política de rediseño socioeconómico desarrollada por los grupos concentrados del poder mundial, implementada con singular agresividad y en un lapso más bien breve, que contempla sorprender y confundir a las sociedades donde se aplica.

No hace falta desplegar demasiados argumentos para concluir que la nuestra hoy se debate entre la furia de buena parte de la población afectada por un verdadero genocidio social, la perplejidad de quienes hartos de políticos incapaces de mover el amperímetro votaron por un cambio que no era este, y la fe del núcleo duro oficialista, compuesto por el gorilismo histórico de la Argentina. 

Podría decirse, en consecuencia, que gran parte del campo popular - sobre todo las franjas más jóvenes de la militancia, que no vivieron la dictadura - aún se muestra bastante descolocada ante un ejercicio tan distópico de lo que hasta no hace mucho tiempo se conociera como democracia. 

Vale la pena, por ende, ajustar la caracterización del gobierno que a estas horas ocupa la Casa Rosada, toda vez que, acorde a la fragmentación general de las luchas en curso, aún se lo viene definiendo en base a viejas categorías que parecerían resultar insuficientes. 

En los últimos días, el economista Claudio Lozano hizo un aporte sustantivo a ese respecto, cuyo enfoque compartimos plenamente.

En primer lugar, el de Javier Milei no es - como muchos pretendieron durante las recientes polémicas generadas en torno al tema de la Memoria - un gobierno negacionista, sino uno lisa y llanamente apologista y reivindicador de los crímenes de Estado. 

En segundo lugar, es falso de toda falsedad que la filosofía que abraza el oficialismo solo es una versión recargada del conocido neoliberalismo, cuya lógica era apostar por el libre juego de la oferta y la demanda. Esta gestión no apunta tan solo a que a la economía la rija el mercado, sino a propiciar una concentración económica sin precedentes, en manos de monopolios que tienen nombre y apellido (Galperin, Pérez Companc, Bulgheroni, Rocca, Eurnekian, etc.) 

Y, en tercer lugar, la comparación con regímenes fascistas o nacional - socialistas, si bien puede resultar una tentación dado el autoritarismo que se ejerce en la administración de la cosa pública, se divorcia nítidamente de tales configuraciones dado el empeño libertario en desmantelar el Estado apuntando a la disolución nacional, fomentando eventuales bloques territoriales como la República Norteña del Litio, la República Andina de la Minería, o la República Patagónica de los Hidrocarburos. 

Sabido es pues, que una correcta caracterización política facilita el diseño de una mejor estrategia para afrontar el momento histórico con que nos toca lidiar. 

En este caso, no creemos faltar a la verdad si afirmamos que el gobierno de La Libertad Avanza, por mandato del Eje EEUU - Israel, está librando una batalla terminal contra nuestro pueblo para desguazar la Nación Argentina y convertir a nuestro país en una maquiladora del Norte Global. 

La vergonzosa actitud bananera de un Primer Mandatario que, muy a pesar de que la Jefa del Comando Sur estadounidense (en la foto que encabeza esta nota) estuvo en Buenos Aires, viajó de apuro a Ushuaia para confraternizar con ella a pocas horas de conmemorarse la gesta de Malvinas, cuando es público y notorio que la OTAN viene pertrechando cada vez más ese enclave estratégico, no admite otra interpretación que la que acabamos de fundamentar.

 

Urge al campo popular superar la dispersión de sus respuestas 

En los últimos días tuvieron lugar numerosas protestas protagonizadas por los sectores más afectados por el proceso de destrucción nacional en curso (metalúrgicos, docentes, jubilados) 

Más allá que en el tránsito entre el Siglo XX y el XXI se haya pasado del paradigma metalmecánico - caracterizado por el pleno empleo y la sindicalización masiva - al informático - cuyos rasgos primordiales son la exclusión social y la precarización laboral -, en la consideración cultural de los argentinos y las argentinas la gravitación del movimiento obrero organizado, cuyas iniciativas en no pocas ocasiones lograron cambiar el curso de la Historia, conserva una gravitación singular. 

Ello quedó de manifiesto durante el paro general del 24 de enero, que - sumado a la resistencia parlamentaria ejercida por varias provincias - produjo un gran revés al oficialismo, que debió retirar de su consideración a la Ley Ómnibus. 

Sin embargo, también demostró palmariamente que, ante un gobierno que impide que el pueblo coma y lo aporrea si se queja, cuando golpeamos juntos somos más eficaces y - obviamente - menos vulnerables que cuando lo hacemos por separado, ya que en tal circunstancia somos pasto del gas pimienta o las balas de goma. 

A propósito de nuestro planteo, convengamos que numerosos sectores de la población asistieron con cierto sabor amargo a la conmemoración del Día Nacional de la Memoria, la Verdad y la Justicia, al advertir que no se llegó al acuerdo de hacer una única demostración de fuerza. Sabemos que las diferencias esgrimidas - resistencia de los organismos históricos de DDHH a asumir que la gestión de gobierno anterior tiene en su haber significativos aportes al endurecimiento represivo - hicieron fracasar el objetivo de concretar un acto compartido, aunque con documentos diferenciados.

Ahora bien, a partir de lo expuesto en nuestro bloque anterior, la necesaria madurez política de las y los luchadores ¿no estará demandando una mayor versatilidad ante un enemigo común resuelto a no dejar títere con cabeza?

Está claro que en nuestro contexto no todas son pálidas. En las últimas horas los compañeros del SUTNA convocaron al sindicalismo combativo, las organizaciones sociales rebeldes, y las asambleas vecinales a su sede, a fin de intervenir con el máximo nivel de eficacia en la lucha necesaria contra este modelo depredador.

Pero - sin desmerecer iniciativas progresivas como esa - para poner freno a esta feroz ofensiva del capital sobre los más humildes, sigue faltando una decidida convocatoria de la central obrera, que haga sentir el repudio de la mayor parte de nuestros compatriotas y tuerza efectivamente el curso de las nefastas políticas en marcha.

Hasta entonces, parecería lo más prudente replegar la lucha a los lugares de trabajo, donde alguna vez supimos trabajar a tristeza o sabotear la producción del empresariado monopólico y chupasangre; a las aulas, territorio apto para alistar tropas que respondan desde las redes al  infame troleo libertario; y a los municipios, allí donde conocemos el terreno y somos capaces de acumular la mayor fuerza, inventando paralelamente alternativas laborales para que no caiga al vacío el activista o vecino abandonado por el Estado pero imprescindible para una batalla que lo precisa bien comido.

Antes de responsabilizar a una central obrera, absolutamente enredada en el chiripá de sus propios enjuagues, de infamia y traición a la Patria en tanto continúe sin dar un puñetazo sobre la mesa, vale la pena refrescar algunas recomendaciones a sus camaradas de armas hechas por un patriota como Rodolfo Jorge Walsh en otro contexto histórico en que la reacción también avanzó “a degüello”:

“Si corregimos nuestros errores volveremos a convertirnos en una alternativa de poder. Por lo tanto, son falsas todas las visiones alarmistas sobre si tenemos tiempo o no. Tenemos todo el tiempo necesario, si lo sabemos usar.” 

“En nuestro país es el Movimiento el que genera la Vanguardia, y no a la inversa, como en los ejemplos clásicos del marxismo. Por eso, si la vanguardia niega al movimiento, desconoce su propia historia y asienta las bases para cualquier desviación. Esa es la nota distintiva de la lucha de la liberación en nuestro país, que debemos tener siempre presente.” 

“Cabe suponer que las masas están condenadas al uso del sentido común (…) En suma, las masas no se repliegan hacia el vacío, sino al terreno malo pero conocido, hacia relaciones que dominan, hacia prácticas comunes, en definitiva, hacia su propia historia, su propia cultura y su propia psicología, o sea los componentes de su identidad social y política (…) la esencia del repliegue consiste en desplazarse de posiciones más expuestas hacia posiciones menos expuestas.” 

Nada más distante de nuestra reflexión que poner en tela de juicio la lógica reacción de los sectores aplastados por este monstruo grande que pisa fuerte, como dice la canción de León Gieco, ni mucho menos “esperar” a “los gordos” para cuando ellos decidan que los protagonistas de la “década ganada” ya están listos para “volver mejores”, o para resignarnos a duplicar el número de diputados que hablen sin “pelos en la lengua”. 

Aquí se aspira a una revuelta. A una movilización multisectorial lo más abarcativa posible de la lucha obrera, estudiantil, territorial, migrante, anti patriarcal, etc., capaz de torcer la hegemonía social vigente apuntando a un correlato de la democracia plebeya que hoy se ejerce en las asambleas barriales, y poniendo en agenda la perspectiva de una Asamblea Plurinacional Constituyente.   

En todo caso nuestro llamado, quizás desesperado, es dejar los bofes en función de la máxima articulación posible de las luchas tramada desde las periferias a los centros y desde abajo hacia arriba, en la convicción de que ya no nos une la referencia de ningún pasado próspero sino el desafío de un futuro a inventar. Para - como recomendaba Don Arturo Jauretche - “que al salir salga cortando”. - 

 

LA REDACCIÓN

 

 


 

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