Editoriales Rebeldes
ARGENTINA:
UN
PAYASO NO REPRESENTA A TODO EL CIRCO

Tal y como evoluciona la transición hegemónica global, todo parecería indicar que aquel mundo unipolar que conocimos desde la implosión del socialismo real, a fines del Siglo XX, librará su última batalla en Occidente. Y ese es el hemisferio donde se encuentra nuestro sufrido y padeciente país.
En Argentina, la confrontación histórica entre el bloque social popular y el oligárquico ha dejado tras de sí algunos hitos que, en estas horas en que por momentos parecería que el primero viene perdiendo por goleada, vale la pena repasar.
Para no remontarnos hasta un pasado muy remoto, anotemos como un gran revés del proyecto nacional, popular y nostramericano, la derrota de Juan Manuel de Rosas y de la Confederación que lideraba en la Batalla de Caseros (1852), que inaugura el proceso dado en llamar por los vencedores la Organización Nacional, con la sanción de la Constitución de 1853, texto surgido de puño y letra de las clases dominantes de entonces, cuyos herederos trasnacionales - hoy a cargo del Poder Ejecutivo - consideran un obstáculo para entregar el país a sus amos.
Otra circunstancia a tener en cuenta, que tuvo lugar durante la primera mitad del Siglo XX, fue el ascenso de la clase media baja, de los hijos de inmigrantes, en la vida nacional, encolumnados detrás del caudillo Hipólito Yrigoyen, cuyo primer mandato se inició en 1916 - inaugurando así el ciclo de las primeras presidencias radicales -, quien fue elegido nuevamente en 1928, sin completar ese mandato, interrumpido por el golpe de Estado de 1930, primero de esos movimientos antidemocráticos en Argentina, que diera inicio al período recordado como la “Década Infame”.
Ganando perspectiva histórica, podría decirse que, promediando el Siglo XX, la circunstancia que produce un giro copernicano en la política nacional es el protagonismo que ganarán las masas proletarias a partir del 17 de octubre de 1945, dado que, bajo la inspiración de Juan y Eva Perón habrá de inaugurarse un proceso de industrialización y pleno empleo, acompañado de una Batalla Cultural que dejaría sólidas raíces en materia de legislación social, las que - muy a pesar de los numerosos y sanguinarios embates oligárquicos - al cabo de más de 70 años no han podido ser erradicadas por completo de la memoria popular, ni siquiera por el genocidio cometido entre 1976 y 1983, lo cual, a la luz del presente, coloca en un lugar de extrema mezquindad cualquier juicio sobre dicho fenómeno ejercido desde una perspectiva de izquierda dogmática que pretenda desmerecerlo por no haber propuesto un horizonte socialista.
Se comprenderá que, al cabo de esta sucinta reseña, consideremos al primer kirchnerismo como un período de ampliación de derechos y reverdecer del ideario nacional, popular y nostramericano acorde a los vientos que hacia la primera década del Siglo XXI soplaran en nuestro continente, aunque en modo alguno tan radical como ocurriera en los albores del movimiento al que tributó, lo cual se pondría dramáticamente de manifiesto al entronizarse la ceocracia macrista, que no tardó más de seis meses en borrar de un plumazo buena parte de aquellas conquistas.
Pues el inédito proceso de depredación socioeconómica y cultural de nuestro país, inaugurado el 10 de diciembre próximo pasado por un títere de los fondos de inversión trasnacionales, constituye la suma potenciada de todos los reveses históricos del campo popular enumerados hasta aquí, recién comienza, y avanza con enorme celeridad, a pesar de las tensiones existentes entre el Jefe del Ejecutivo y su Vice, y los previsibles obstáculos parlamentarios que viene enfrentando, como el rechazo a la Ley Ómnibus en la Cámara de Diputados y el del DNU en el Senado, circunstancia - esta última - por la que no conviene celebrar antes de tiempo, puesto que Diputados tiene la última palabra al respecto, el tema ahí está muy peleado, y los dueños del país ya están aplicando el torniquete sobre los indecisos.
Efectivamente, en dicha Cámara los libertarios
enfrentan un panorama menos adverso que en el Senado porque tienen más aliados
y la oposición está más fragmentada. Sin embargo, su triunfo no está asegurado.
La Libertad Avanza tiene 39 bancas y suma otras 37 del PRO, en total 76
votos firmes a favor del DNU. En tanto, la oposición dura está representada por
99 votos de Unión por la Patria y 5 del Frente de Izquierda. Es decir, una base
de 104 en contra.
Para llegar a los 129 votos la clave estará en la influencia de los gobernadores sobre los bloques “dialoguistas”: la UCR (34), Hacemos Coalición Federal (23), Innovación Federal (8) y otros espacios menores como Por Santa Cruz (2), Independencia (3) y el Movimiento Popular Neuquino (1)
En tal contexto, podría pensarse que, por ahora, el empecinamiento de Javier Milei desmiente la moraleja de aquella famosa fábula infantil sobre tres cerditos que, para ponerse a resguardo del asedio de un lobo, a su tiempo construyeron una casa de paja, otra de madera, y por último una de material. Como se recordará, las dos primeras sucumbieron a la ferocidad de la bestia en cuestión, y solo prevaleció la tercera, donde milagrosamente alcanzaron a guarecerse los amenazados. Si por un instante comparáramos ese refugio con el Estado Benefactor y de Derecho, seguramente compartiremos la cada vez más generalizada preocupación acerca de cuánto resistirán sus cimientos frente a la ofensiva estratégica que está padeciendo por parte de este resuelto empleado del Norte Global.
Afortunadamente, el acervo cultural argento cuenta con una alentadora frase del poeta Pedro B. Palacios (“Almafuerte”) que afirma que “todos los incurables tienen cura cinco minutos antes de la muerte”.
Vale la pena tenerla muy presente, sobre todo en estas horas en que - por citar tan solo un ejemplo extremo - la custodia de la Hidrovia del Paraná (arteria que drena gran parte de nuestras riquezas) acaba de ser concesionada ni más ni menos que al Ejército Norteamericano, medida que habilita a considerar que cuando nuestro pueblo consiga frenar este Tsunami anarco - liberal… deberá practicar respiración boca a boca para reavivar a un moribundo.
En cualquier caso, urge que, al analizar la naturaleza de la fuerza política que nos gobierna, la militancia diferencie nítidamente al árbol del bosque: Si el primero, con su acumulación de derrapes a cuestas, genera la tentación de ser visto tan solo como un villano de Marvel, una suerte de esperpento trágico de la Historia, lo que encierra esa apariencia no tiene NADA de caricaturesco. Más bien representa el plan sistemático de los dueños del mundo para quedarse con todo.
Y, memes aparte, merece ser enfrentado al unísono - desde El Palacio y La Calle - con una drasticidad equivalente a la que despliega, recurriendo al patrimonio de experiencia reseñado al principio de esta nota, antes de que sea demasiado tarde. Porque es mucho - y muy difícil de reponer - lo que está en juego. –
LA REDACCIÓN
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