sábado, 7 de enero de 2023

Editoriales Rebeldes


FIN 2022 / INICIO 2023: 

POLÍTICA Y ESTADO LEJOS DEL PUEBLO

2022 acabó a todo volumen. Como un símbolo del año que se fue, quedó brutalmente demostrado que ¡los argentinos cuando queremos podemos! Pero que, ni sus hijos - que gobiernan o mal gobiernan -, ni el poder - que los sostiene -, tienen voluntad de que las cosas cambien, en la dirección de los intereses, necesidades y aspiraciones de las mayorías.

Quienes tuvieron o tienen dudas al respecto recibieron el aire fresco que, como no podía ser de otra manera, vino de la calle. Fueron millones y salían para una alegre celebración: El triunfo en el Mundial de Fútbol. Fue un cierre muy distinto a los datos que vienen de los números sobre el estado de la sociedad y las angustias de la vida cotidiana. 

En estos días la vida cotidiana y el fútbol fueron hermanados por las masividades de los festejos. Pero ambos transitan por caminos distintos. El fútbol no resolverá la mishiadura actual, aunque es cierto que una alegría futbolera levanta el ánimo y muestra que no somos tan incapaces como a veces parecemos o nos hacen creer. Esa suba en nuestra autoestima nos dará mayores fuerzas para dar vuelta la tortilla que se está cocinando. 

Bajando a tierra estas ideas generales es propósito de estas líneas reflexionar sobre algunos aspectos de esta realidad, determinada por la ruptura entre una dirigencia que se autosatisface con ella ante un pueblo que, mayoritariamente, la padece.

Brevemente, se concentrarán las consideraciones en torno algunos temas elegidos como prioritarios: La marcha de la economía; las drogas, su rol financiero y de control social; cambio climático y agua como problemas cada vez más graves.   

 


LA MARCHA DE LA ECONOMÍA 


La economía argentina del 2022/23 soporta dos miradas extrañamente ambiguas y contradictorias, aunque - en cierto modo - se complementan a través de la continuidad del statu quo. 

Todo parece indicar que la mala situación que hoy estamos transitando difícilmente tenga un futuro inmediato de grandes avances o profundas transformaciones. Desde el sistema avisan que lo mejor que puede pasar es que continúen los “ajustes” que ensaya Sergio Massa, un hijo dilecto del imperio. Desde abajo, la mayoría reniega de ellos, pero sin una estrategia y práctica alternativa, suficientemente fuerte, comunicable y compartible con el conjunto. 

Pero hay un dato, que consta en un extenso Informe del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, cuya tendencia debería despertar hasta las conciencias más apagadas de la sociedad. Allí se dice que la indigencia, entre los menores de 17 años, prácticamente se duplicó entre los años 2010 y 2022. En ese espejo deberíamos mirarnos todos para preguntarnos: ¿Qué hemos hecho para que eso no ocurra y qué haremos para que no continúe? 

Lo más grave de la presente situación económica es que los efectos de la misma vayan adquiriendo el lugar de aquello que no se puede modificar. ¿Porqué? Porqué se impuso la idea de que eso “es lo que hay”. Ese culto al posibilismo permitió que lleguemos a las proporciones mencionadas y que convivamos con ellas, como algo lógico o imposible de cambiar. 

Para el 2023, la mayoría de las estimaciones evalúa que habrá una disminución de la inflación pero que la misma se haría al precio de un estancamiento económico, cuyos valores serían apenas positivos o prácticamente neutros. 

Esta tendencia correría en paralelo a la situación internacional. Acerca de la misma crece la opinión acerca de que un tercio de la economía mundial - dentro de ella la de EEUU - entraría en recesión, tal como lo viene preanunciado el gurú de la tecnología, Bill Gates. La razón, además de la guerra, surge de la necesidad de frenar lo que ellos llaman “la inflación” que hoy ronda - en sus países - el 6% anual, una cifra semejante a nuestra inflación mensual.

El campo, que proporciona los mayores números de nuestra actividad productiva padecerá los efectos de una duradera sequía. En lo que respecta a la evolución del trabajo, todo indica que no tendrá grandes diferencias al año actual. Lo principal de la fuerza laboral estará compuesta por trabajadores informales o cuentapropistas, con una desocupación formalmente baja, pero con avances de la ya profunda precarización que hoy tenemos. 

Si las cosas no cambian, en ese pozo tratarán de sobrevivir los millones que seguirán pagando los platos rotos de esta situación.

 

 

LA DROGA: SU ROL FINANCIERO Y DE CONTROL SOCIAL

 

Es pretensión de estas pocas líneas recoger la importancia de esta cuestión en nuestra sociedad actual. No se trata de señalar sus efectos sobre quienes son adictos a las mismas y del modo en que tales actividades destruyen el tejido social de la comunidad. Es algo más grave, aunque sea simple y sencillo, señalar los aspectos centrales por los cuales fracasan una y otra vez las proclamadas políticas de “combate” o “guerra” al avance de las mismas. En este sentido es bueno destacar la importancia de dos aspectos que están en la raíz de esa inútil “guerra” tan difundida y con tan escasos resultados. Se trata del rol que tiene el aspecto financiero en el negocio de las drogas y sus efectos para el control social en el mundo contemporáneo. 

Desde el punto de vista financiero no hay que ser muy audaz, ni un gran investigador para darse cuenta de que el voluminoso dinero que circula para estos fines utiliza las filiales de los más importantes bancos mundiales. En estos años, como parte de los enfrentamientos por el manejo de esos negocios, organismos de control norteamericanos aplicaron multas, por centenares de millones de dólares, a conocidos e importantes bancos por estar involucrados en esas maniobras de lavado de dinero. Acuerdos internacionales, como la Convención Única sobre Estupefaciente de la ONU, han elaborado sesudos pactos y estudios sobre este tema. Sin que lo digan, con las palabras más justas y merecidas, surge de allí mismo que los bancos son un eslabón clave para que el dinero de esos negocios se incorpore al mundo legal. 

Ese es un aspecto de este negocio. Pero hay otro, no menos importante, se trata del uso de la droga para el control social. 

Hay variadas formas para ello. Ellas incluyen las organizaciones de tipo social que las mafias de la droga van copando o construyendo a tales fines; su aprovechamiento de la política, ya sea haciendo propios los espacios que ésta controla o desplegando actividades en territorios que la política abandona. Todo ello sin contar los múltiples mecanismos que tiene para asegurarse las impunidades estatales con las que cuentan. 

Pero el aspecto más grave, que entrelaza ambas cuestiones, es que las propias Naciones Unidas integraron a su debate el vínculo entre lo que denominan el terrorismo internacional y la cuestión de las drogas. Como un adelanto siniestro a esta perspectiva en mayo del año 1974, al término de un Encuentro Internacional contra el Tráfico de Drogas presidido por el Embajador Norteamericano - Robert Hill - y José López Rega, prominente funcionario de aquel gobierno argentino, este último - en un exceso verbal - “batió la justa” diciendo que “el combate contra las drogas forma parte de un plan político, de lucha contra el narco-terrorismo”. Esta es “la verdad de la milanesa” y eso explica gran parte de lo que ocurre con el tema drogas. Al mismo objetivo fue integrado el FMI. En 1989 los principales países de Occidente crearon el GAFI (Grupo de Acción Financiera Internacional) destinado a “combatir el blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo” y elaboraron unas “recomendaciones” a tales fines. Con posterioridad, la Asamblea General de las Naciones Unidas tomó esas “recomendaciones” y las trasladó a sus países miembros, para poner en marcha un marco legal para su aplicación. Cada país se llevó una copia de esas “recomendaciones” y - los dóciles parlamentos - aprobaron, las llamadas “leyes antiterroristas” que tienen por función meter miedo en la sociedad y fortalecer los controles sociales. En nuestro país ello se expresó en la ley 26734 (año 2007) y reformas posteriores (año 2011) que merecieron críticas de amplios sectores de la sociedad, entre ellas del premio Nobel Adolfo Pérez Esquivel y de Eugenio Zaffaroni, ex miembro de la Corte Suprema de Justicia. Para la mayoría de los juristas se trata de desvaríos punitivos.  

Así es como la droga, el maligno cáncer que nos carcome, avanza en el mundo entero. En la región el crecimiento parece incontenible y - según los datos oficiales del 2022 - nosotros somos el país en que más creció durante este último año.

Varios lugares, con Rosario a la cabeza, saben lo que eso significa. Allí hubo 282 asesinatos en el 2022, estableciendo el récord histórico desde que esa ciudad existe. 

Son varios los grandes factores que permiten este desarrollo sin límites de uno de los fenómenos más graves y corrosivos de la sociedad actual. Ellos son la naturalización del fenómeno por gran parte de la sociedad. Allí las “buenas conciencias” ceden ante la ajenidad de algo que imaginan lejano e incontenible. Por último, la impotencia que se despliega a la vista de todos porque, la mayoría de la sociedad, ha sido convencida de que nada se puede hacer frente a una situación donde diversas expresiones del Estado - con sus vergonzosas complicidades - resulta que están más cerca de ser parte del problema que de aportar alguna solución.

 

 

AVANZAN LA CRISIS CLIMÁTICA Y LOS PROBLEMAS DEL AGUA

 

Si hay temas donde la confrontación entre quienes provocan los grandes problemas y quienes los padecen es rotunda, ésas son las cuestiones que están enunciadas en el título de este bloque. 

Los últimos siglos de la historia de la humanidad están guiados por la lógica de que la técnica y los recursos del planeta, no tienen otro límite que las ganancias que permiten acumular y acumular más ganancias (dinero) y poder para imponerse a los demás. A eso le llaman “progreso”. Ahora la realidad les demuestra que, a la vuelta de la esquina, están los topes que daban por inexistentes. 

Gran parte de esos límites fueron construidos por la propia acción humana y ahora vienen las facturas a pagar y los poderosos pretenden que lo hagan los de abajo. 

Veamos: ¿Quiénes son los principales afectados por los fenómenos (terremotos, vendavales, inundaciones, sequías) que afectan la vida humana? En el origen de muchos de esos hechos están los propios humanos. El extractivismo, de minerales, maderas, agua o tierra fértil, ha sido una de las formas usadas. La principal razón es sencilla: Producir más ganancia. La falta de respeto por las propias leyes, condiciones y posibilidades de la naturaleza está en el origen de muchos de éstos fenómenos. 

Enteras barriadas urbanas o lejanas poblaciones rurales están siendo privadas del agua, que se va transformando en una de las mercancías cada vez más caras y difíciles de conseguir. 

La creciente privatización del agua hace que se vaya transformando en un gigantesco negocio. Argentina avanza en esa dirección mediante acuerdos con la empresa israelí Mekorot, las provincias de San Juan, Mendoza, Catamarca, La Rioja y Río Negro, fueron las primeras en firmarlos. Son acuerdos avalados en los viajes de funcionarios del gobierno nacional, con quienes - según denuncias internacionales - secaron el Río Jordán, privando al pueblo palestino del acceso a la misma. Esta política está guiada por la privatización del principal elemento de la vida humana en el planeta y tiende a una concentración económica y el control del agua en manos de los sectores más poderosos. 

Acerca del cambio climático, en términos concretos, la economía argentina va por el tercer año del predominio del fenómeno de La Niña, que se extendería hasta el mes de marzo y cuyas principales manifestaciones son sequías y calores extremos.

Las pérdidas estimadas, por peores rindes y menores extensiones sembradas, suponen - para este 2023 - una cifra que ronda los 5 mil millones de dólares y que alcanza a la mayoría de las producciones, con situaciones extremas como el trigo, con caídas del 50%. 

Son más que elocuentes las imágenes de campos secos y cuerpos de animales muertos que testimonian los efectos de lo dicho. 

Las irresponsables formas productivas actuales no son ajenas a estos fenómenos.    

 

JUAN GUAHÁN

 

 


 

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