Opinión
EL ÚNICO QUE VOLVERÁ PARA SER MEJOR ES EL PUEBLO

El pueblo, que - como ya demostró en los últimos 10 años - ya no responde a jefes o jefas políticas, elige, decide, se equivoca, premia y castiga, en este momento está buscando un camino alternativo a todos los políticos que lo llevaron a esta postergación, violando todos sus derechos.
Pero eso no significa que el camino para lograrlo vaya a ser fácil, en especial con fanáticos que al no poder hacer autocriticas comparan cifras, estadísticas, con la intención de proponer volver al pasado. Buscan convencer desde las pantallas de sus celulares, olvidando - como decía el pedagogo Paulo Freire - que “la cabeza piensa donde pisan los pies”.
Es en ese sentido que proponemos pensar un aspecto crítico y determinante de acá en adelante, EL CULTO A LA PERSONALIDAD.
Un fenómeno de masas basado en el seguidismo, adulación y obediencia a un líder. Una de las características de los seguidistas es la pérdida del pensamiento crítico, y el ejercicio de la hostilidad ante quienes se le oponen. Sosteniendo ritos y símbolos con los mismos criterios que los integrantes de grupos religiosos, que producen pertenencia y unidad grupal, donde el pensamiento binario (bueno - malo) es determinante.
Coexiste entre el o la líder y seguidores la fantasía de un supuesto sentimiento arraigado de fidelidad y comprensión mutua. Para la construcción del culto se parte de funcionarios, intelectuales, periodistas y militantes que adjetiven y/o provean sucesos, ya que por lo general saben de la importancia de la construcción de ese momento histórico que, con el tiempo y mecanismos de repetición programados, se convierte en mitos, incluyendo héroes y villanos.
Este mecanismo psicológico de masas impide sostener un pensamiento crítico y, debido a las conductas que sostienen los seguidores - de insistencia y negación de otras opiniones - se convierten en personas o grupos que terminan logrando lo contrario a lo que buscan: son rechazados, ridiculizados desvalorizando sus posiciones, aun las que son valiosas.
En esta etapa los fanáticos, sostenedores del culto a la personalidad, pasan a ser saboteadores en el tránsito a nuevos caminos que el pueblo quiere buscar.
¡Basta de eslóganes viejos y ridículos como, “vamos a volver mejores”, o con pretender calmar a quienes en algún momento harán tronar el escarmiento, se acabó lo de “el amor vence al odio”! Esta pobreza planificada es una declaración de guerra al pueblo y es hora de organizarse para enfrentar a sus promotores. -
CARLOS ROBERTO MARTÍNEZ
Sicólogo Social
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