Editoriales Rebeldes
“¡LOS VOY A DEJAR SIN UN PESO,
LOS VOY A FUNDIR A TODOS!”

Por lo menos los títulos que deja Milei no son aburridos.
Mientras tanto, la vida cotidiana continúa. Ya se hablará de la respuesta del pueblo. El Presidente teme que sus inexpertos legisladores metan la pata y entreguen más de lo conveniente, para los intereses de sus mandantes. Por eso puso al subjefe de la Jefatura de Gabinete a controlar que todo transcurra en los límites que se ponen desde Olivos, nueva “sede” del gobierno nacional.
Como eso no alcanza, en despachos, bares y oficinas o departamentos privados, se perfilan negocios, se cuentan votos y se negocian traiciones.
El Presidente, mostrando su lado más energúmeno, puso de patitas en la calle a su Ministro de Infraestructura. Su delito fue contar que el Presidente, en la reunión de Gabinete, fuera de sí, había dicho - refiriéndose a los gobernadores - “los voy a dejar sin un peso, los voy a fundir a todos”. Por favor, absténganse de opinar quienes crean en una democracia verdadera o quienes aspiran a un país federal. Tampoco hace falta conocer la opinión de quienes crean en la vigencia del humanismo. El ladero presidencial, su Ministro de Economía - Luis “Toto” Caputo - agregó “habrá un esquema de transferencias cero a las provincias”.
Para cerrar tengamos presente que la inflación también le presta ayuda al gobierno. No quedan dudas acerca de que la inflación contribuye a licuar los salarios, es un aspecto sustancial del plan de ajuste.
Para ser más claros: es un uso cruel de un instrumento criminal.
La inflación, a su vez, tiene un antecedente que luego funciona casi automáticamente: la devaluación. La que ya se produjo está siendo devorada por la inflación a la que contribuyó, de modo que entre marzo y abril tendremos otra para poner los números en línea.
ESE DÍA YO TAMBIÉN ESTABA AHÍ
Es probable que la huelga con paro y movilización de este 24 de enero quede grabada, por un largo tiempo, en la retina y la conciencia de millones de compatriotas de estas tierras y del Cono Sur.
Ese día, por los diferentes rincones de la Patria, se extendieron las protestas de más de un millón de personas. Allí se advertía a propios y extraños que, desde las entrañas de la tierra, estaba brotando una nueva realidad. Es posible que todavía estemos lejos de que ella se manifieste con toda su plenitud y fuerza organizativa. Pero el pueblo dijo ¡Aquí estamos!
Ahora tendrá que construir una larga cadena de hechos para ofrecerse como inicio de una Patria Nueva. Pero este primer eslabón parece sólido.
Su objetivo es claro, defender a los trabajadores y al pueblo y salvar a la Patria.
Es posible que, dentro de un tiempo, en la sobremesa familiar, en algún “picado” barrial o en el recodo de la vida más humano y fraternal, allí donde se confunden la felicidad de los sueños con la realidad, se vuelva a hablar de este día y de lo que él significó.
Allí, seguramente, seremos más y no faltará el ineludible. ¡Ese día yo también estaba ahí! Es así y te lo quiero contar.
Eso no ocurrió en ninguna de las decenas de ciudades, donde hubo miles de movilizados, del ignorado y mal llamado “interior”. No, lo viví desde el mismísimo lugar donde dicen que “Dios atiende” (aunque, las telarañas de la realidad dan la impresión de que - desde hace un tiempo - tiene abandonado el despacho que allí debería atender)
Estoy seguro de que pasarán los años y para cuando este relato sea memoria, alguien - ése que nunca falta - lo volverá a rememorar. Para ese momento, quiero detallar algunas cosas que viví ese día.
Era un día bisagra.
Después de las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001, como movimiento popular, perdimos la oportunidad de avanzar en los cambios imprescindibles. Se fue el gobierno de la “Alianza” de Fernando De la Rúa y el sistema logró diluir la fuerza de esos hechos. Ellos apenas alcanzaron para que los Kirchner mejoraran un poco la distribución de los ingresos, pasó el tiempo de las “vacas gordas” y seguimos por los mismos carriles, y así recordamos los 40 años de una “democracia”, que también pasó sin pena ni gloria.
Después de un extendido letargo, la CGT se desperezó de la siesta poniéndose al frente de esta convocatoria multisectorial, cuyos componentes principales eran los sindicatos, las organizaciones sociales y sectores partidarios de la izquierda.
Impresionaba el respetuoso trato de los diferentes grupos organizados, junto a la presencia masiva y espontánea de miles de personas sin un encuadramiento específico. Éstos, en un alto porcentaje, pertenecían a los sectores medios y su mayor nivel organizativo eran las asambleas barriales.
Cada uno de nosotros era un minúsculo individuo, pero agigantado hasta volverse universal, en un pueblo que estaba haciendo historia donde, entre 350 y 500 mil personas de carne y hueso, vibraban en medio de una gran esperanza compartida: Acabar con los delirios de un audaz, trasnochado y trucho libertario, en realidad un peón del capitalismo financiero mundial, que - con esa licencia - se cree predestinado para liberar a este mundo capitalista de la crisis que lo está carcomiendo. Un líder que cree la practica (aunque todavía no la dijo) aquella frase - pronunciada antes de asumir - del General Jorge Rafael Videla: ¡Morirán todos los que sean necesarios!
Todos marchamos con la explícita confianza de acabar con este eslabón de la cadena de la derrota abriendo el futuro a un mundo más digno y distinto.
Claro está que, si esta convocatoria hubiera tenido lugar un par de años antes, o antes de la derrota electoral del propio Macri (2019) con aquella consigna de ¡Luche y se van!, otro sería el cantar. Pero esta es la realidad y con ella contamos. Rompimos el candado del ¡No se puede! Y ahora a construir nuevos y sucesivos eslabones.
Desde la multitud brotaban - al fugaz encuentro con alguien que emergía del recuerdo - las manos tendidas, los abrazos apretados y sinceros. Ellos contenían la esperanza de que por allí transitaba el futuro, el mismo que tantas veces - como pueblo - acariciamos, pero nunca alcanzamos.
Tampoco faltaron los momentos para que las palabras tuvieran su lugar entre hermanos del Cono Sur. Sobre todo, paraguayos y bolivianos. También ese peruano, residente aquí hace más de 20 años, que tenía miles de interrogantes y con quien compartíamos la calle. Él entendía que este pueblo luchó mucho y que varias veces los cambios indispensables estaban al alcance de la mano, que su pueblo también lo hizo pero que siempre les faltó algo más. Reivindicaba que la conciencia de las “barriadas” peruanas tiene mejores condiciones para desarrollarse que las que habitan en el gigantesco conurbano bonaerense. Que por estos pagos la mayoría de la dirigencia peronista - en su decadencia - venia presionando por distintas formas de clientelismo, por encima de la formación, colocando a los caudillismos arriba de las organizaciones y decisiones colectivas. Mientras lo decía, murmuraba para sí mismo si no tendrían influencia: Aquí, el individualismo del liberalismo y las tradiciones gringas y allá la influencia de las comunidades incaicas.
Llamó la atención la actitud de la policía porteña de Jorge Macri, cuando todavía estábamos lejos del centro de los acontecimientos, parecía no querer meterse en líos, bastaban un par de explicaciones de manual y cada uno seguía su ruta.
Por último, las cifras sobre la movilización y el peso del paro, que dio - la dudosamente imputable - Patricia Bullrich, mueven a risa, rabia o vergüenza, para cualquiera que fuera testigo de los acontecimientos. Múltiples fotografías comprueban la extensión del espacio ocupado por el pueblo movilizado. La perspectiva directa, desde adentro, es que cada vez que bajábamos la mirada - sobre Avenida de Mayo, las calles adyacentes y en varias cuadras antes de llegar al Congreso - veíamos a no menos de 10 pies buscando su espacio en un metro cuadrado. Esa es la verdad que no tiene muchos antecedentes, en extensión del espacio ocupado y densidad de personas.
La consigna central coreada por todos fue ¡La Patria no se vende! Es una frase valiosa para poner límites a ¡La libertad avanza! Esa consigna, coreada por el pueblo, deberá ir demostrando en la lucha cotidiana los riesgos de esa libertad económica destinada a someter al resto de la sociedad. De ese modo favorecen aún más las ganancias y concentración económica empresarial y la autonomía del poder económico.
En la práctica también habrá de comprobarse la veracidad de otra consigna que circuló profusamente: ¡Solo el pueblo salvará al pueblo!
DESMONTES - TOLERARLOS ES UNA FORMA DE COMPLICIDAD
Esta semana siguieron lloviendo los datos acerca del modo en que avanzaron los desmontes en nuestro país. También se va sabiendo cómo el DNU y la LEY ÓMNIBUS, presentados originariamente, vienen a favorecer esas fechorías.
En nuestro país y para no desentonar con lo que venía pasando, en el 2023 los desmontes siguieron creciendo.
En la provincia del Chaco se desmontaron 57.343 hectáreas; en Santiago del Estero 42.971; en Formosa 17.409 hectáreas y en Salta 8.526 hectáreas. En esas 4 provincias, que conforman el Gran Chaco, lo desmontado alcanza las 126.149 hectáreas. En el 2022 habían desmontado 118.805 hectáreas. Allí habitan millares de personas, en su mayoría pertenecientes a los pueblos originarios, con más de 3 mil especies de plantas, 500 tipos de aves, 150 de mamíferos y más de 200 de reptiles y anfibios. Ellos le dan continuidad a ese ambiente y sirven de alimento a esos pobladores. Ello va desapareciendo a la vista de todos.
Entre 1998 y 2022 Argentina padeció el desmonte de 7 millones de hectáreas. El 75% del mismo se concentró en las 4 provincias ya señaladas.
A la vista de estos datos cabe formular algunas reflexiones.
La primera es que la mayoría de esos desmontes se hicieron en territorios prohibidos, según lo establecen la actual Ley de Bosques - también conocida como “Ley Bonasso” - (Ley 26.331) y la Ley General del Ambiente (Ley 25.675)
La Ley de Bosques fue sancionada en el año 2007, en los mejores momentos del kirchnerismo. Pero tardó un año y medio (2009) en ser reglamentada. Un millón y medio de firmas presionaron, al Parlamento y la Presidenta, por estos avances.
Segundo es que tal actividad, autorizada en algunos casos y fuera de la ley en otros, se hizo en provincia forestales gobernadas por personas elegidas por el pueblo. Es decir que las presiones para que ello ocurra no las debemos buscar solo en factores externos, sino en la propia complicidad de los funcionarios y organismos de control locales y nacionales, en connivencia con los delincuentes de guantes blancos, que se aprovechaban y aprovechan de este negocio.
En tercer lugar, cabe agregar que el reciente DNU y la LEY ÓMNIBUS, promovidas por el gobierno de Milei, ahora legalizan tales actividades. Estas normas son un aspecto más de las políticas desregulatorias que vienen proponiendo.
Por último, es interesante que las actuales propuestas dejen al desnudo los nombres y apellidos de quienes venían siendo beneficiados con estos desmontes y que ahora incrementarán sus beneficios con estas disposiciones, para el caso de que sean aprobadas.
Ahora, con el DNU 70/23 y con el mensaje del Ejecutivo 7/23 - acompañando la Ley ómnibus - van apareciendo los datos de los “beneficiarios” de estas normas. Recientes publicaciones de Horacio Rovelli, dan cuenta de este fenómeno.
Uno de los más significativos es el de Eduardo Elsztain, dueño del Hotel donde estuvo alejado Milei durante algunos meses, que fuera una especie de Casa Rosada. Allí estuvo, como candidato primero, y como Presidente después (seguro que le habrá hecho precio) Elsztain es el principal dueño de tierras en la Argentina. Tiene desmontados 120 mil hectáreas de bosques naturales, que ahora podría incrementar “legalmente”. Además, podría ir ampliando su negocio. Lo podría hacer con un mecanismo muy simple, que ya vienen practicando: Comprar bosques naturales a precios mínimos, luego desmontarlos y ponerlos en condiciones de producir soja o carnes, para exportar. A eso el Presidente denomina “aprovechar las oportunidades”. ¡Mentira que sean oportunidades, proporcionadas por el capitalismo; son crímenes del capitalismo, que ahora serían legalizados!
Mauricio Macri, a través de SOCMA, ya desmontó 6 mil hectáreas y tiene otras 10 mil en carpeta. Luis Caputo, nuevo en este negocio, tiene 500 hectáreas en Santiago del Estero, ahora quiere ampliarla con otras mil.
A todos ellos la propuesta de Milei les parece buena, porque va a traer divisas.
La norma legal, de la Ley Ómnibus que está en debate, amplía las facultades de las provincias como autoridades de aplicación forestal. Con lo cual las regulaciones nacionales tenderían a desaparecer, manteniendo y fortaleciendo los negocios locales que se vienen dando. Los fondos para la aplicación de la Ley de Bosques quedarían en manos del Ejecutivo Nacional y el acceso a la información, de campesinos e indígenas, con motivo de la aplicación de estas disposiciones dejaría de ser una obligación estatal.
Se puede estimar que de
producirse estos cambios otros 50 millones de hectáreas de bosques naturales
pueden correr esta misma suerte.
La hambruna de los más pobres, el asesinato por goteo de los jóvenes y los pueblos originarios, las inundaciones y sequías, poco interesan a este ¡capitalismo de oportunidades!, creado por políticas estatales a su servicio. -
JUAN GUAHÁN

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