Editoriales Rebeldes
RECTA FINAL Y BANDERA A CUADROS

Las esperanzas que millones habían puesto en la fórmula Fernández/Fernández hace rato que están rotas. Rápidamente el paso del tiempo cubrió de óxido aquella unilateral decisión. Fueron quedando en claro las escasas posibilidades de éxito de aquel tempranero tuit de un sábado para el olvido, cuando Cristina lo anunciara, apelando a la falsa modestia de quien se sabía poseedor de toda la autoridad para hacerlo de esa manera.
Esa decisión, por extraños vericuetos mentales, trae a la memoria un improbable relato según el cual el Emperador Calígula - que gobernara Roma del año 37 al 41 después de Cristo - designó cónsul a su caballo Incitatus. Según algunos estudiosos esa historia revela la escasa consideración que se tenía respecto a los senadores e instituciones romanas, cuyo desprestigio permitía esas licencias.
Volviendo a estas coyunturas, esa legitimidad de Cristina le hacía perder de vista que tales decisiones demandan consensos que ni siquiera se habían ensayado. Aunque parezca mentira, la realidad demostró a nuestros gobernantes que estos tiempos requieren respeto por aquella enseñanza que nos recuerda que “la mejor forma de decidir es mandar obedeciendo”. Se trata de una reivindicación contemporánea que aspira instalar un criterio auténticamente democrático y descolonizador que ponga fin a las actuales concepciones fuertemente centralistas, unitarias e individualistas, colocando a los pueblos y las comunidades por encima de ese tipo de liderazgos.
Ahora, que estamos a una semana de elecciones que definirán las características del gobierno que emerja de las mismas, es bueno ver algunos temas que se ponen en juego en estos procesos electorales.
En tal sentido, parece interesante penetrar en diferencias y coincidencias de los dos contendientes en algunas cuestiones que están en el centro de las reocupaciones electorales. Esas consideraciones pueden ayudar a entender la situación por la que atraviesan las candidaturas de los dos finalistas de un proceso que fue demostrado sus debilidades y agotamiento. De todos modos, es de esperar que alguna de estas reflexiones contribuya a una mejor decisión de quienes han resuelto participar, votando en esta instancia electoral.
Entre esos asuntos centrales se pueden destacar: los problemas económicos; las perspectivas de los derechos de personas y comunidades; el modelo social y cultural con sus respectivos efectos.
LOS PROBLEMAS ECONÓMICOS
En este sentido hay que considerar tanto los aspectos que tienen que ver con los temas macro y con la economía de todos los días.
Sobre esta cuestión no hay que abundar mucho para comprender la crítica situación que estamos atravesado.
Desde
el punto de vista macro, ambos candidatos han venido avalando las políticas
emanadas del FMI. Sergio Massa ha planteado un horizonte, promete pagar
para independizarse de dicho organismo. Tal situación difícilmente se pueda
solucionar abonando una deuda injustificable. La independencia respecto del FMI
solo se podrá verificar si se unifica la lucha de las organizaciones de la
sociedad para alcanzar ese objetivo. La suspensión de los pagos y la
investigación sobre la legalidad de la presunta deuda existente es la base para
imponer cambios en la situación.
En lo que respecta a nuestros bienes comunes, el futuro es complejo. La posición libertaria, es harto evidente: La mayor libertad para la reclamada negociación y explotación de los mismos. En ese caso, los “zorros” fijarán las condiciones para cuidar los intereses de las “gallinas”. La posición del oficialismo, como el otro polo electoral, es lamentable. Apela a un discurso distinto, no obstante lo cual, en la práctica, ha facilitado un despliegue y concentración de los mismos intereses extranjeros.
La economía cotidiana tiene que ver con la orientación que tengan las políticas macro. Ambos candidatos reivindican la continuidad de algunas políticas sociales asistencialistas y su progresivo reemplazo por trabajo efectivo. Sin embargo, la propuesta del “Estado mínimo” de Javier Milei avisa sobre las escasas respuestas efectivas para esos planes. La coalición oficialista, más allá de sus palabras, hizo de esta política asistencialista un sustento para la amortiguación - no solución - de ese fenómeno originado en políticas erradas.
Las tarifas de los
servicios públicos (agua, gas, luz) se están constituyendo en la espada de Damocles
sobre la cabeza de amplios sectores de la sociedad, que todavía tratan de
seguir pagando esos servicios. El Programa del candidato libertario, con la
progresiva reducción de subsidios - hasta anularlos - ofrece un camino
demasiado empinado. El oficialismo con su política de segmentación y subsidios
a las tarifas sociales propone un sendero semejante, aunque más gradual.
Transformaciones profundas, desde el punto de vista económico, no aparecen en la oferta presidenciales que quedaron en pie. Sin embargo, el candidato de la coalición encabezada por el peronismo aparece como más proclive a las presiones de las organizaciones del pueblo para defender sus derechos. Por el contrario, el dirigente libertario viene acompañado de personajes como Mauricio Macri, que es uno de los principales responsables de un gigantesco endeudamiento que - hasta ahora - las fuerzas populares no han logrado sacar del escenario.
LAS CONSIDERACIONES DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LOS DERECHOS DE PERSONAS Y COMUNIDADES
Si hablamos de los derechos de diversas minorías, entre ellas los inmigrantes de países vecinos o los pueblos originarios, prima una fuerte tendencia al racismo. Respecto a quienes tienen diversas discapacidades, existe una pretendida demanda de eficiencia que influye en conductas y actitudes, que perjudicarían a esos y otros sectores. Son políticas de peso significativo en el discurso libertario, que va en el camino inverso al necesario respeto mutuo, unidad regional e integración social, banderas que - no con pocas dificultades - mantiene en alto nuestro pueblo.
Estos valores, al igual que muchos otros derechos sociales, que benefician a las grandes mayorías, corren el riesgo de ser limitados o cancelados si se impusiera el discurso del candidato Milei.
Ello implicaría graves retrocesos en el camino que el pueblo argentino se trazó, intentando desandar aspectos de la última dictadura militar. Rumbo que, con muchas dificultades, trata de sostener y profundizar.
LA EVOLUCIÓN DEL
MODELO
SOCIOCULTURAL Y SUS EFECTOS
Es aquí donde la lectura de la historia de estas tierras y su evolución señalan las mayores diferencias entre ambos modelos. Pero también marcan la distancia entre el “decir” y el “hacer”.
Más allá de lo establecido en el artículo primero de la Constitución, que reivindica al federalismo, nuestra organización nacional tiene su origen, como en la mayoría de nuestros países, en el fracaso de la “unión americana” (de “Nuestra América”) y en la victoria de la “Generación del 80”. Sus líderes más destacados fueron: los presidentes Domingo Faustino Sarmiento, Nicolás Avellaneda, Julio Argentino Roca, Miguel Juárez Celman, Carlos Pellegrini, Luis Sáenz Peña, José Evaristo Uriburu; pensadores como Esteban Echeverría y Juan Bautista Alberdi, quien prácticamente copiara el texto de la Constitución de los EEUU, fundada en los principios liberales y positivistas de la Revolución Francesa. Todos ellos frecuentemente reivindicados por el candidato pseudo libertario.
Esa construcción es hija de dos derrotas: La frustrada unidad de toda la región, de un modo semejante a los Estados Unidos de Norteamérica, imaginada por San Martín y Bolívar y - como parte de mismo proceso - la derrota de nuestros caudillos federales.
Ambos procesos significaron la imposibilidad de aplicar un modelo pensado hacia el “adentro” y que incorporara el protagonismo de los de “abajo”. Esas ideas contrariaban a quienes imaginaron el país pensando hacia el “afuera”, como un apéndice de los países centrales de Europa y los EEUU y guiados por el interés de los de “arriba”, que traicionaron el sueño de los Libertadores.
Esta ha sido la política mayoritariamente seguida desde el fin de nuestra guerra civil, con la excepción de algunos cortos períodos que tuvieron en la Constitución de 1949 su punto más alto.
Esas opuestas tradiciones forman parte de nuestra cultura y llegan hasta estos días, esperando una síntesis que contribuya a asegurar la independencia de la Patria y la felicidad de sus hijos.
En esa contradicción, Milei/Macri/Villarroel/Bullrich representan a los intereses más concentrados y reaccionarios, mientras que la coalición oficialista se define y viene de las tradiciones populares, aunque - en su práctica cotidiana - ello sea frecuentemente vulnerado.
Un proyecto popular demandaba una construcción desde las periferias y en favor de los empobrecidos. Durante estos largos años - salvo excepciones - eso no fue así. La ausencia de una práctica consecuente, en la dirección señalada, dejó un importante espacio del movimiento popular sin representación. Allí se instalaron, al igual que en otros países de la región y el mundo, peligrosas corrientes políticas a las que el poder daba de comer ante la incapacidad de ofrecer otras respuestas. Sobre ese escenario se montaron políticas aventureras que la mayoría de la dirigencia se negaba a mirar.
Les sirve de plataforma una base social integrada por fuertes contingentes de una juventud cansada de las palabras cuando éstas no son acompañadas por los hechos. Son las que le dieron cuerpo a ese intento.
Un dato muy significativo permite reflexionar sobre la complejidad de lo que está ocurriendo.
La consultora Proyecciones publicó una encuesta con un detalle que -prácticamente - pasó inadvertido. Por primera vez los votantes con menor nivel de enseñanza no se inclinan mayoritariamente por la coalición encabezada por el peronismo; el 45% de los de Massa tienen el secundario aprobado, mientras que solo el 33,4% de los votantes de Milei cuentan con ese nivel aprobado.
Ese detalle, más allá de su incidencia en la coyuntura electoral, tendrá efectos notables en el desarrollo del gobierno que resulte electo. Allí encontramos una explicación de dicho “corrimiento”, de buena parte de la sociedad, hacia posiciones más moderadas.
Sobre esta cuestión habrá que volver una y otra vez porque sobre la evolución de esos sectores descansan los riesgos y desafíos electorales. Por el peligro que entraña que ese espacio no ocupado permita entronizar políticas que se suponían superadas. Pero también significa que el incumplimiento de tales expectativas, sobre ese espacio de rebeldía, pueda contribuir a la construcción de la alternativa al fracaso y frustración en la que venimos navegando.
Frente a estas elecciones existen fundadas razones para pensar que no se abrirán las puertas para los cambios que la realidad demanda. Pero tampoco ambas alternativas son iguales.
En este sentido la perspectiva de un Milei ganador nos pone al borde de políticas que pueden acelerar los riesgos graves de entregarnos atados de pies y manos al capital trasnacional, que su propuesta encierra. La victoria de Massa no asegura, ni mucho menos, los cambios que se propagandizan, pero - al menos - permite una visión cultural que no choca abiertamente con la historia del movimiento nacional y popular.
Estas características, cercanas al posibilismo o a la elección del “mal menor”, legitiman la tendencia a buscar otras formas de participación como la abstención, el voto en blanco o la nulidad del mismo, que constituyen una clara oposición al sistema imperante
“LA NIÑA” TRAJO SEQUÍAS, “EL NIÑO” INUNDACIONES Y… ¿CÚANDO SEAN GRANDES QUÉ PASARÁ?
El título, que puede considerarse jocoso, sobre estos temas pretende acompañar estas reflexiones sin el dramatismo que ellas contienen, pero alertando a los humanos sobre el peligro que encierran y la responsabilidad de la acción humana sobre la mayor virulencia y aceleración de las mismas, haciendo que el clima sea cada día más extremo. Se trata de ciclos naturales del clima global que reconoce dos momentos o fases más intensas: Una más cálida, en la que estamos ingresando, denominada “El Niño” y otra más fría, que estamos abandonando, identificada como “La Niña”.
“La Niña”, fase que se fue cuando culminaba nuestro otoño, duró – aproximadamente - unos 3 años. Esta última fue una de las más potentes de los años recientes. Sus efectos fueron múltiples. El económico fue uno de los más importantes, causando perjuicios por cifras multimillonarias, que conmovieron la economía nacional de varias regiones.
No hubo mucho tiempo para recuperarse de esa desgracia colectiva cuando apareció “La Niña”. Con los excesos de las lluvias y la furia del agua comienza a producir daños que tienen pocos antecedentes. Lo acontecido con las pasarelas de las Cataratas de Iguazú o que - después de 25 años - se abrieran las tres compuertas de Itaipú, son evidencias inocultables.
La duración de “La Niña” se puede estimar entre 6 meses y 3 años, con efectos que son impredecibles. Según las estimaciones existentes, su mayor efecto en nuestro país se hará sentir en las provincias de la Mesopotamia.
Los antecedentes de estos fenómenos nos remiten a miles de años. Sin embargo, con el paso del tiempo esos eventos tienen mayor duración e intensidad. Más allá de los debates y polémicas existentes, da la impresión de que es imposible separar la responsabilidad humana en las tendencias señaladas.
Mientras esto pasa en la realidad, no nos debemos olvidar que las grandes potencias mundiales se niegan a modificar la estructura productiva, que mucho tiene que ver con ese aceleramiento y profundización del cambio climático.
También es llamativo cómo, alegando mejorar la productividad, se están incorporando semillas genéticamente modificadas y compuestos químicos que afectan la salud de las personas y destruyen el ambiente. Cuando se plantean políticas correctas que tienden a prohibir esos químicos y tales prácticas, el sistema de poder amenaza con sanciones comerciales de características internacionales.
Así se construye un futuro inhumano, en desmedro de las mayorías populares y para la defensa de la mayor ganancia de algunos pocos, pero con gigantesco poder e intereses. -
JUAN GUAHÁN
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