Editoriales Rebeldes
UN
ENERO APOCALÍPTICO
LA ENCRUCIJADA ENTRE RESISTIR
O RESPETAR EL DERECHO DEL GOBIERNO A FRACASAR

En medio de la creciente desazón de gran parte de la sociedad argentina, alimentada por los astronómicos índices inflacionarios y su correspondiente impacto en el costo de la vida cotidiana, hay un dato que no debería pasar por alto, sobre todo a la militancia más rebelde: Javier Gerardo Milei no es una buena noticia para los dueños del país. Porque ese fundamentalista del mercado, que se ofrece como garante de sus intereses, no expresa a un núcleo políticamente cohesionado y capaz de conducir a buen puerto tal propósito, sino que más bien es el producto de la enorme frustración consecuente de 40 años de vida democrática a través de los cuales la clase política se ha demostrado incapaz de ofrecer a su pueblo un bienestar duradero, basado en una cierta equidad. Probablemente en este dato resida la causa de su más que probable fracaso, y de la aún imprevisible deriva que ello genere, entre cuyas posibilidades cabe no perder de vista la trama política que viene urdiendo su Vice, sin prisa, pero sin pausa.
Si “para muestra basta un botón”, digamos que comienzan a registrarse síntomas de que está terminando la luna de miel del poder económico con el gobierno de La Libertad Avanza. En el mercado cambiario, el dólar Bolsa (MEP) registró una suba de 42 pesos (+4,3%) hasta los 1034, valor cerca del récord nominal de 1091 de mediados de diciembre. De esa manera, la brecha de este tipo de cambio con el oficial pasó del 22,3% hasta el 27,4%, su máximo desde la devaluación del 13 de diciembre.
De modo que la gestión va perdiendo su envión inicial, como por ejemplo ocurre en cuanto al tránsito del Potenciar Trabajo al Programa de Inclusión Laboral para reconvertirlo en empleo, pese a que era uno de los ejes de campaña: Ahora el Gobierno postergó hasta abril y por Decreto el pase de sus beneficiarixs.
No pocxs argentinxs preferiríamos asistir a una solución nacional basada en “la ley y el orden”, como sostiene Guillermo Moreno, quien considera que no corresponde resistir contra un gobierno legal y legítimo, ya que todo indica que este será breve. El problema que conlleva tal aseveración consiste en que hoy es el propio gobierno nacional el que, para defender su plan de exterminio de los derechos mayoritarios, viene ignorando la ley y el orden.
El año comienza con algunos indicadores dignos de tomarse en cuenta. Una mirada retroactiva habilitaría a considerar que el peronismo partidario ha extraviado el camino hacia la Justicia Social, lo cual incentiva al movimiento a procurar su reorganización, de la mano de sindicalistas y gobernadores.
Por otra parte, salvo ese núcleo duro que asciende a alrededor del 30% del electorado oficialista - porcentaje que siempre ha mantenido la derecha reaccionaria local -, buena parte de lxs votantes del presidente no parece ser gente politizada o que demuestre compromiso con la cosa pública. En un país que durante mucho tiempo se ha caracterizado por contar con una sociedad sumamente atenta a su realidad, no deja de ser un indicador tan novedoso como inquietante.
Pero ahora hay un Día D en el horizonte inmediato, y es el Paro Nacional con movilización convocado por una dirigencia gremial desacostumbrada a poner en práctica medidas extremas. Y que, pese a sus prejuicios corporativos, será testigo de - utilizando una metáfora bastante trajinada - cómo tal iniciativa, equivalente a hundir un dedo en el colchón, produce que todas las bolitas dispersas caigan al hoyo, mal que les pese y lo digieran como lo digieran, porque dicha instancia se va convirtiendo en válvula de escape del descontento - y la decepción - de muchxs compatriotas.
La medida ha hecho que cunda la inquietud en las filas gubernamentales. Sin ir más lejos, Patricia Bullrich apuntó contra el fallo que suspende la reforma laboral, aduciendo que en ella “No se tocan los derechos de los trabajadores”.
En tanto, va transcurriendo la segunda semana consecutiva de protestas contra el DNU y la ley ómnibus. El fenómeno cacerolero fue tomando forma en la Ciudad de Buenos Aires, donde durante los últimos días se organizaron asambleas barriales para convocar la acción conjunta de los vecinos. Fue así como se realizó un encuentro en Parque Rivadavia con integrantes de otras asambleas de Capital y el conurbano, en el que se establecieron consensos básicos. Entre otros, repetir las reuniones quincenalmente y convocar a ruidazos semanales todos los miércoles en diferentes plazas y esquinas, además de la concentración en Congreso, adonde se dirigieron espontáneamente las movilizaciones de la primera manifestación contra el DNU en la noche del 20 de diciembre.
Precisamente en semejante contexto - insistimos -, vale la pena no pasar por alto en ningún momento que ha sido la crisis de representación sin precedentes que padece la Argentina lo que posibilitó que hoy nos gobierne un payaso mediático, que bien podría haber sido nominado en Gran Hermano. Por ello, cualquier análisis que le otorgue méritos mayores de los que merece, la pifiará por varios cuerpos, dado que estamos ante un gobierno que tuvo, hasta el anuncio del DNU, menos de una semana de apogeo, y hoy parece estar jugando tiempo de descuento, repudiado en multisectoriales, asambleas barriales, y expresiones artísticas de toda laya, que se multiplican a lo largo y ancho del territorio nacional, erosionando gradualmente ese sentido común regresivo que hacia fin de año parecía irreductible. –
LA REDACCIÓN
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