Editoriales Rebeldes
NACIÓN Y PROVINCIAS:
UNA FISURA INESPERADA
Hay una serie de verdades de Perogrullo, algunas de ellas son de conocimiento público, sobre cuya vigencia no quedan dudas. Entre ellas se destaca el hecho de que: Gran parte de la sociedad se siente impotente ante una inflación terrorífica que muestra sus afilados dientes.
Ello acontece en medio de una campaña electoral donde el oficialismo transita momentos difíciles después de haber salido tercero en la etapa previa, conocida como las PASO.
La economía real está estancada, con una tendencia negativa que incluye a sectores claves paralizados, o en riesgo de estarlo, por los límites a las importaciones.
El gobierno consiguió un acuerdo con el FMI que le permite tener una cierta garantía de llegar hasta las elecciones definitivas (octubre y noviembre, si hubiera segunda vuelta)
Si bien la mayor parte de los fondos, contemplados en el reciente acuerdo con el FMI, son para pagarle al propio FMI u otros acreedores (Dakar, CAF, China), quedaron algunos recursos para aplicar en función de la crisis social y mejorar las posibilidades del oficialismo en el proceso electoral.
El gobierno nacional informó sobre un plan de 12 cuestiones destinadas a compensar el brutal incremento del costo de vida de las últimas semanas, ello responde a una demanda humanitaria de buena parte de la sociedad y a sus propias necesidades electorales.
El Presidente “invitó” a las distintas autoridades provinciales y municipales a que hagan efectiva esa “compensación” a sus empleados por la suma de 60 mil pesos, pagaderos en 2 cuotas de 30 mil pesos cada una, durante los meses de setiembre y octubre, advirtiendo que deberían hacerlo con fondos propios.
Trece provincias (Catamarca, Córdoba, Chaco, Entre Ríos, Jujuy, La Pampa, Misiones, Neuquén, Salta, San Juan, Santa Fe, Santa Cruz y Tucumán) y las autoridades de CABA manifestaron que no están en condiciones de hacerlo, en algunos casos por tener abiertas las paritarias para esa discusión, en otros porque ya han asumido compromisos semejantes o por estar imposibilitados de hacerlo por la falta de recursos o para evitar el riesgo de desestabilizar sus respectivas economías.
En el caso de la gigantesca provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof anunció que ese bono se pagará, pero bajo el concepto de un adelanto de las paritarias. De ese modo aspira compartir con los sindicalistas las “ventajas electorales” de ese pago.
La oposición - en términos generales - se opuso al mencionado bono, las razones apuntadas, más allá de otros argumentos, están fundadas en el momento político en que se otorga.
Cabe agregar que son 2,2 millones de empleados que, en todo el país, dependen de las diversas entidades subnacionales: provincias y municipios.
EL
PROYECTO DE MASSA
Y LAS CONFLICTIVAS RELACIONES CON LAS PROVINCIAS
Cuando Sergio Massa propone el pago de esta suma está agregando un escalón más a la compleja relación existente entre el gobierno nacional y las diferentes jurisdicciones locales.
Las provincias se quejan de la escasa vigencia del federalismo en materia del manejo de los recursos del conjunto de los argentinos. A nadie le quedan dudas acerca de que el caso más exacerbado se da respecto a la Ciudad de Buenos Aires y - en menor medida - la Provincia de Buenos Aires. Son varias las jurisdicciones que manifiestan que su pobreza está alimentando la riqueza de la ciudad puerto y de los gastos federales en detrimento de las provincias.
Quien se tome el trabajo de repasar los resultados de las PASO podrá verificar que debe haber razones muy profundas para algunas significativas diferencias que se dieron respecto de CABA y Provincia Buenos Aires, en relación a los distritos más alejados.
Un dato electoral de las PASO fortalece lo dicho, Javier Milei salió tercero en CABA y Provincia, habiendo ganado en otros 16 distritos, entre ellos los más alejados, como Tierra del Fuego y Jujuy, habiéndolo hecho en varios lugares que nunca pisó.
Fundados en esa insatisfacción es que la mayoría de las provincias separó las elecciones locales de la nacionales.
Desde el lado de Massa la queja es hacia los gobiernos provinciales por estimar que no le prestaron el apoyo debido en las PASO presidenciales. No son pocos los ejemplos de cortes de boleta acompañando a las candidaturas locales propias con el voto a Milei en las nacionales, sin contar lo casos donde los oficialismos locales “defendieron” el voto a Milei. Aunque, en esta última alternativa, en muchos casos primaba el interés por “engordar” a Milei para reducir el peso de los candidatos de JxC, a quienes imaginaban - antes de las PASO - como el adversario a vencer.
Bajo estas condiciones, Massa esperaba que frente al “peligro” de las políticas del libertario ahora sí, hicieran un mayor esfuerzo por su candidatura. Pero la presión para el pago de este bono no contribuye a mejorar las relaciones y una mayor participación de los gobernadores.
Mientras cavilaba por estas situaciones, y con los fondos que pudo sustraer de las angurrias del FMI, ponía en marcha un modesto plan “platita”, se está encontrando con esta resistencia de algunos jefes provinciales, varios de los cuales responden a fuerzas de sus propias filas.
Evidentemente, los sectores más politizados que no han sabido leer la profundidad de la crisis actual, tampoco están entendiendo la dureza del resentimiento que las viejas y tradicionales políticas portuarias producen en la mayor parte del interior de nuestra geografía nacional.
FMI, JUBILADOS, PRODUCCIÓN Y CAMPAÑA ELECTORAL
Todos estos temas están fuertemente entrelazados, en estos particulares momentos que estamos transitando.
Respecto
al FMI, Kelly Olmos, la Ministra de Trabajo tuvo esta semana un ataque
de sincericidio. Lo hizo en el marco de tratar de explicar y fundamentar la
preocupación del gobierno por la situación actual y algunas medidas destinadas
a paliarla. Dijo al respecto: “El FMI actúa como el usurero del barrio,
que ahora preocupado por todo lo que le dio a Macri, pretende condicionar más
la capacidad de decisión de nuestro gobierno. Nosotros estamos cumpliendo con
los pagos al FMI, pero intentamos mantener el mayor nivel de autonomía y
soberanía en las decisiones que nos es posible”.
Este reconocimiento sobre la incidencia de las decisiones del FMI sobre nuestra realidad, hace innecesarias otras consideraciones. Ellas, simplemente dan la razón a quienes vienen sosteniendo de qué modo la acción del FMI es, en términos institucionales, una delegación de soberanía de nuestro país. Su efecto demoledor es directo e inmediato sobre la inmensa mayoría del pueblo argentino.
Cuando hablamos de los jubilados, la realidad gira sobre la constante pérdida de su capacidad de compra, motivada por la caída de los ingresos reales de este sector, posiblemente uno de los más postergados en la actualidad.
Es obvio que esta realidad tiene su origen en las ya señaladas decisiones que se deben tomar en función del cumplimiento del “acuerdo” con el FMI.
El gobierno lo explica sobre la base de que las finanzas del sector están en rojo. Sus recursos provienen: En un 50%, de los aportes y contribuciones salariales (debilitadas por la multitud que trabaja y cobra sin estar formalizada); un 30% viene de impuestos con asignación específica; el 20% restante lo aporta el Tesoro Nacional. Allí está, para los analistas económicos del sistema y los organismos financieros internacionales, la principal fuente del déficit fiscal, siempre sujeto a enormes presione para que de alguna manera sea reducido.
Los haberes jubilatorios han perdido, desde la puesta en marcha del actual régimen de “movilidad” (2017), un tercio de su capacidad adquisitiva. Desde el gobierno vienen sosteniendo que en los últimos meses hubo una mejora en los sectores que cobran la mínima. Según voceros oficialistas, ello se ha ido logrando - en parte - con sucesivos bonos. El incremento reciente - 23,29% - lleva la mínima a $ 87.489 y beneficia a 17 millones de personas. A su vez habrá un bono por tres meses de $ 37 mil, para setiembre, octubre y noviembre, para quienes se hayan jubilado con 30 años de aporte, que elevará ese mínimo a $ 123.760.
De ese modo, y corriendo siempre por detrás de la inflación, se pretende reducir la creciente brecha de ingresos con la capacidad adquisitiva de los mismos, batalla que se viene perdiendo por goleada.
Lo peor de todo ello es que la inflación y las deudas del Banco Central disolvieron aquél trascendente compromiso de Alberto Fernández cuando asumió y sostuvo que entre los jubilados y los bancos, él se quedaría con los jubilados.
Pasaron 4 años y todos saben el drama de los jubilados, pero también son conocidas las ganancias de los bancos. Los intereses que el Estado paga a los bancos por las famosas Leliq (para absorber el exceso de pesos) son mayores al total de lo destinado a las jubilaciones. Como dice un poeta y músico sureño: “Para uno son los truenos y para otros la llovida”.
En materia de producción, la situación va entrando en un túnel aún más complejo. Las restricciones del sector externo, por la falta de dólares, están produciendo un paráte productivo cuyos alcances están en pleno desarrollo.
Entre sus aspectos más destacados se puede mencionar el caso de las piezas importadas destinadas a la industria automotriz. Las dificultades para importar están poniendo frenos, en los últimos tres meses, a la industria del sector. La Cámara Metalúrgica de Córdoba ha ratificado esta dificultad, particularmente en Renault. Entre un 30 al 50% de la industria opera sobre la base de insumos importados, con la falta de dólares todos esos sectores tienen dificultades para mantener su nivel de producción y los compromisos asumidos. Solo pueden eludir estas limitaciones las grandes empresas que están en condiciones de gestionar créditos en el exterior. Obviamente las pymes, con la imposibilidad de acceder a esos créditos, son las principales perjudicadas en este juego.
Cuando se cerraba la semana, confluyeron en un acto Daniel Funes de Rioja, Presidente de la UIA (Unión Industrial Argentina), y el Ministro candidato, Sergio Massa. Eso fue con motivo del Día de la Industria, celebrado en Paraná. Ambos se mostraron solícitos, aunque firmes, marcando diferencias y procurando acuerdos. Los unía la profundidad de la crisis y los temores al oscuro futuro que pinta Javier Milei para toda la industria local. Por eso, en defensa de las reglas de juego del sistema y sin salirse del panorama que ofrecen las políticas económicas que se vienen instrumentando desde hace largo tiempo, ambos plantearon sus puntos de vista.
Hablando de los problemas para importar, el jefe de la UIA dijo: “No queremos parar a la industria”. A su turno, el Ministro-candidato sostuvo “a mí tampoco me gustan las SIRAs” (autorizaciones que da el gobierno para importar), que son consideradas una fuente de privilegios y corruptelas) A renglón seguido, Massa anunció que serán aprobadas todas las SIRAs que tienen las Pymes con pedido de aprobación.
En medio de esos debates, cuyos nefastos efectos recaen sobre los trabajadores y los más humildes, se está desarrollando la actual campaña electoral.
Para introducirnos en el tema cabe aclarar que se hicieron públicos los resultados finales de las PASO, de allí surgió que hay una diferencia algo menor entre los 3 espacios que tienen perspectivas para las presidenciales. Milei pasó del 30,04% provisional, al 29,86% definitivo (menos 0,18%); JxC (Bullrich y Rodríguez Larreta) retrocedió al 28%, del 28,27 en las provisorias (menos 0,27%) y UxP (Massa y Grabois) que tenía 27,27%, que subió al 27,28% (más 0,1%)
Por otro lado, es obvio que las medidas oficiales giran sobre la base de atender a dos presiones que representan intereses distintos: El FMI, que demanda mayores ajustes, y las demandas electorales, que suponen ahondar en todas aquellas medidas que atiendan a las necesidades de la población. Hay una larga lista de decisiones oficiales que responden a esa lógica. -
JUAN
GUAHÁN
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