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CUANDO LA REBELDÍA JUVENIL
COMIENZA A CAMBIAR SU SIGNO IDEOLÓGICO

Las encuestas, los estados mayores de los grandes partidos y ciertos aspectos de la realidad están llamando la atención sobre un tema socialmente muy complejo. Se trata de un giro que están tomando algunos sectores juveniles, particularmente de sectores medios, en el sentido de identificarse con políticas tradicionalmente consideradas como las más conservadoras.
Ese fenómeno cultural adquiere una valoración muy especial, en un año en el que el tema electoral trata de ser colocado como el más importante.
Desde tiempos inmemoriales, las mayores perspectivas de cambios sociales estuvieron puestas en los sectores juveniles. En general esas transformaciones tenían como ideario los sueños de un mundo mejor, más justo, digno y humano.
Nuestra sociedad fue, en tiempos no tan lejanos, una especie de reflejo de tal tendencia. Esas corrientes tuvieron fuerte impacto durante las décadas de los 60’ y los 70’, alcanzando un importante desarrollo en varios países.
Fueron los tiempos en que la vieja aspiración a una liberación personal iba de la mano con el sueño colectivo de una liberación social. Eso hizo que vastas fuerzas juveniles de los sectores medios se identificaran con las mayoritarias masas de jóvenes provenientes de los sectores más humildes proponiendo transformaciones profundas, que fueron asumidas por amplias mayorías sociales.
Desde el corazón del imperio vinieron las respuestas. Ellas fueron la aplicación de la Doctrina de Seguridad Nacional y el Plan Cóndor. Esa tragedia está reflejada - en parte - en la premiada película “Argentina,1985”, más allá de sus intenciones de influir sobre esta realidad actual, reivindicando la importancia de las instituciones vigentes.
Más allá de aquella represión genocida, la Argentina productiva y sus industrias fueron destruidas y aquellos ideales derrotados. La búsqueda de una mayor ganancia y una incontenible concentración y extranjerización económica, en medio de un empobrecimiento y miseria colectiva, fueron la guía de aquellos gobiernos. El ¡sálvese quien pueda! fue la consigna de esos tiempos instalada en la cultura masiva.
Crecieron la pobreza y la disgregación social. Se fue incrementando la caída de los ingresos y las dificultades para conseguir trabajos que permitan vivir con dignidad. Eso repercutió en toda la sociedad, pero sobre todo en la juventud.
La mayoría de la dirigencia política pareció no entender ese fenómeno y su desprestigio fue cada día mayor.
La destrucción del aparato productivo hizo que faltara el trabajo. Los planes sociales, una solución temporaria, se transformó en algo definitivo y terminó por profundizar la brecha social. En los más pobres creció la bronca y su impotencia, un sector importante se reagrupó en organizaciones sociales. Eso les permitió mínimas respuestas reivindicativas, pero sin avanzar más allá elaborando prácticas sociales y políticas alternativas. El gobierno aprovechó esa debilidad para sus planes de cooptación. El accionar de muchos de esos agrupamientos se transformó reiteradamente en correas de trasmisión del aparato estatal, en otros casos cayó en la reiteración de los reclamos y las metodologías tradicionales. La ausencia de un discurso y práctica alternativos, que retomaran la senda del trabajo y el mejoramiento colectivo, completaron el panorama dominado por un gobierno sin rumbo, acompañado de una oposición sin plan.
En franjas importantes de los sectores medios tomó fuerza un negativo discurso anti político. Esa fue la novedad de los últimos tiempos.
En ese marco apareció la figura de Javier Milei. Su discurso reaccionario, altisonante y provocativo dio cuenta de esta nueva situación, poco importa si fue imaginación propia o creación de algún “laboratorio del sistema” que intentan salvar. Lo cierto es que, en medio de una generalizada anomia colectiva y ausencia de un proyecto distinto, fue el aglutinante de vastos sectores. Su impacto en los medios electorales no es menor y puede ser decisorio en la próxima contienda. Pero mucho más importante es su efecto social si logra transformarse en la vanguardia de un movimiento social profundamente conservador de un capitalismo inviable cuyas respuestas, en medio de la fenomenal crisis que desafía al actual sistema, pueden ser catastróficas.
ROBIN
HOOD AL REVES: EL GOBIERNO SACA A LOS MÁS POBRES
PARA PAGAR AL FMI Y FINANCIAR CAMPAÑAS ELECTORALES
El gobierno nacional parece tener a una urna electoral por cabeza. En efecto, sin respuestas a los problemas cotidianos y ante la posibilidad de un triunfo de una oposición cada vez más gorila, el peronismo oficial despliega dos ideas diferentes. Una parte, ligada al cristinismo más duro, donde prima la idea de repetir la experiencia hecha con Daniel Scioli, cuando su candidatura no recibió el apoyo suficiente y fue derrotada por Mauricio Macri. En ese caso, imaginan que el peronismo volvería a transformarse en el adalid de otra resistencia. Otros sectores, entre los cuales hay que contar al actual Presidente y a otros dirigentes como Juan Manzur y Jorge Capitanich, que aspiran a dar la pelea ahora, en medio de la confusión que reina en una oposición que a sus problemas internos suma la presión de Milei. A estos juegos hay que agregarle las dudas de Sergio Massa cuyo futuro está atado a la evolución de la inflación.
En estos menesteres gasta la mayor parte de su tiempo la dirigencia estatal, mientras tanto sabemos cómo transcurre la vida cotidiana del pueblo y las escasas respuestas que recibe.
Pero no solo eso. La cosa es más grave aún. Gran parte de los recursos con los que contamos tienen otros destinos.
El pago de la deuda odiosa insumió el mes pasado 4.340 millones de dólares. ¡Para el FMI nunca faltan los recursos!
Pero… falta la frutilla del postre, el gobierno recorta los pagos de planes sociales para pagarle al FMI y asegurarse fondos para esta campaña electoral.
Esta semana el gobierno le pagó al FMI otro vencimiento por 641 millones de dólares. Ese monto equivale a 92 meses de los pagos del “Programa Potenciar Trabajo” a las 154.441 personas que fueron suspendidas por no haber completado los datos sobre su validación. Así funcionan las prioridades para este gobierno.
Es por eso que sigue metido en un juego donde las opciones que se fabricó son: devaluar, provocando un caos, o profundizar el ajuste y seguir frenando la economía, corriendo el riesgo de provocar otro caos.
EL CONTINENTE ÁFRICANO: UNA ESPERANZA QUE SIGUE PENDIENTE
En días recientes, el novel canciller chino cumplió con el rito de recorrer varios países africanos (Angola, Benín, Egipto, Etiopía y Gabón) en el inicio de su gestión. Es una demostración de que el gigante asiático tiene sus ojos puestos en ese continente, lo que se hizo evidente desde la década de los 80’. Los 54 países africanos abrigan una población solamente superada por Asia, de más de 1.300 millones de pobladores. El 80% de la misma es de raza negra, genéricamente considerada por la cultura occidental como algo inferior.
En África se está
desplegando una política que va desplazando a sus viejos dominadores. Ellos
fueron los tradicionales colonialistas europeos, y más recientemente los
norteamericanos, que ocupan el lugar que Europa fue cediendo.
La gira del canciller chino es un modo de recordar y agradecer que fue el voto mayoritario de los países africanos el que hizo posible que la China comunista se incorporara a las Naciones Unidas (1971), desplazando al gobierno disidente y pro occidental de la isla de Taiwan, quedándose con todos los derechos que éste tenía. Pero también es indicativo de la profundización de los intereses mutuos.
Es inagotable la discusión acerca de si se trata de una nueva versión del antiguo colonialismo o son relaciones de mutuo beneficio. Por supuesto que la respuesta depende del cristal con el que se mire.
De todas maneras, es evidente el mecanismo aplicado: China aporta créditos financieros y construcciones de infraestructura, recibiendo como contrapartida recursos o bienes comunes de esos países. Este modelo supone garantías según las cuales, en caso incumplimiento, China tiene derechos al progresivo control de las obras realizadas. En los últimos 20 años China contribuyó a la construcción en África de más de 13.000 km de vías férreas, casi 100.000 km de autopistas, unos 1.000 puentes, casi 100 puertos y más de 80 grandes centrales eléctricas, generando cerca de 5 millones de puestos de trabajo.
Todo ello enmarca la creciente influencia política, económica y estratégica que tales obras suponen.
Los países occidentales no han encontrado respuestas a esta situación. Un ejemplo significativo da cuenta de ello: La Unión Europea tiene planificado invertir en África 150 mil millones de euros hasta el 2027. Van a privilegiar los aspectos informáticos y de desarrollo sostenible. Lo fundamentan diciendo: “Somos muy buenos financiando carreteras, pero no tiene ningún sentido para Europa construir una muy buena carretera entre una mina de cobre de propiedad china y un puerto de propiedad china”.
Este reconocimiento prueba que la disputa geopolítica se va resolviendo a favor de China.
El África de hoy está llena de claroscuros
Más allá de que se informan mejoras en materia de salud, educación, avances en los derechos de las mujeres e infraestructura para el desarrollo, hay otros índices que refieren los retrocesos en aspectos institucionales, de seguridad y en la vida cotidiana. El hambre y la pobreza se desparraman por gran parte de su geografía; así es como - por ejemplo - los 10 países más pobres del mundo forman parte del territorio africano.
Entre otros retrocesos, han vuelto los Golpes de Estado, característicos de la década de los 80’. En ese sentido se ha informado, en los últimos 10 años, 23 golpes o intentos de tales (varios de ellos victoriosos) Hoy África marcha a la cabeza mundial de las guerras o conflictos armados (allí tuvieron lugar en 2022 la mitad de los ocurridos en todo el planeta) y algo semejante se da en materia de desplazamientos humanos. En África hay 7 de los 10 más grandes campos de refugiados del mundo.
Sus débiles avances fueron duramente golpeados por dos hechos a los que son ajenos: El COVID 19 y la guerra de Rusia con la OTAN.
De todas maneras, las expectativas esperanzadoras sobre el África del futuro descansan sobre algunas otras realidades.
Su mayor riqueza es su juventud, es el continente más joven del mundo, lo que tiene que ver con la baja expectativa de vida (64 años) junto a la mayor tasa de natalidad del mundo.
En menos de 30 años África tendrá más de dos mil millones de habitantes, por encima de India y China y cerca de un tercio de la población mundial.
Según las Naciones Unidas, para fines de siglo las cifras serán aún más significativas. Hoy vive en África el 17% de las personas que habitan nuestro planeta, para ese momento - con unos 4.500 millones de personas - contendrá el 40% del total de los habitantes del mundo y alrededor de la mitad de los menores de 15 años, de todo el planeta.
En el reciente Mundial de Fútbol fue evidente la presencia de jugadores de ese origen o afro descendientes en la mayoría de los equipos. Ello es un indicador acerca de cómo este continente comienza a hacerse ver a pesar de la pobreza y el saqueo al que ha sido y - en muchos casos - sigue siendo sometido. -
JUAN GUAHÁN
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